Estilo artístico europeo con unos límites
cronológicos que oscilan entre aproximadamente el año 1140 y las primeras
décadas del siglo XVI, según las áreas geográficas. Se desarrolló en el campo
de la arquitectura civil y religiosa, la escultura, El término gótico fue
empleado por primera vez por los tratadistas del renacimiento, en sentido
peyorativo, para referirse al arte de la edad media, al que ellos consideraban
inferior y bárbaro (godo, de ahí el término gótico) comparado con el arte
clásico. En el siglo XIX se produjo una revalorización de este periodo debido a
movimientos historicistas y románticos. El gótico apareció a continuación del
románico o largo de la baja edad media,
y hoy día se considera uno de los momentos más importantes desde el punto de
vista artístico en Europa.
Las plantas de los grandes
edificios góticos no fueron muy diferentes de las de las grandes catedrales
románicas (tres naves, transepto y cabecera con girola y capillas radiales. En
el alzado se respetó la configuración de tres pisos superpuestos. Pero donde la
arquitectura gótica es diferente a la románica es en el sistema de
abovedamiento, ya que en el románico se emplean bóvedas de medio cañón sobre
arquerías de medio punto que debían soportar inmensos esfuerzos, en
colaboración de gruesos muros. El arquitecto románico -como el gótico- buscó
también el carácter ascensional del templo y la luz, pero se vio atado por los
recursos arquitectónicos de que disponía. En su lugar, prefirió centrarse en el
orden y la regularidad de las formas para transmitir armonía. La arquitectura gótica se basó en el arco apuntado y
la bóveda de crucería, y del arbotante.
El arco apuntado nació en
el románico de Borgoña. La famosa abadía de Cluny III lo incorpora y es
rápidamente difundido. El arco apuntado ejerce menos resistencia que el de
medio punto al peso superior que soporta y su estilizada figura permite una
estética ascensional que será explotada plenamente por el gótico. El segundo (primero en importancia) elemento esencial de la
arquitectura gótica es la bóveda de crucería. Se puede afirmar que no
hay artificio arquitectónico tan polémico, estudiado y analizado como la
misteriosa bóveda de crucería gótica. El uso
de bóvedas con nervios de refuerzo ya se usó en el mundo romano y
posteriormente en la arquitectura musulmana y lombarda. Sin embargo, se
considera que las primeras bóvedas que se pueden considerar precedentes de la
futura gótica se desarrollaron en el mundo anglonormando (como por ejemplo, la
Catedral de Durham y las iglesias de Caen). Desde entonces este sistema de
abovedamiento transformó el románico y permitió el paso definitivo al mundo
gótico puro. Se ha escrito mucho y de manera
opuesta sobre la razón de tal invento.
Básicamente la bóveda de crucería
es el resultado del cruce de dos bóvedas de cañón apuntado soportada por dos
arcos cruceros diagonales. Para algunos autores -como Marcel Aubert- esta
aclaración es primordial: la bóveda gótica no sería una bóveda "con"
crucería (los nervios están embutidos en la bóveda y no soportan nada) sino una
bóveda "sobre" crucería Pero aquí empieza la polémica. Para algunos
autores y, sobre todo, para la corriente romántica del siglo XIX que idealiza
el mundo medieval y su arquitectura, en especial el gótico, los arcos cruceros
realmente soportan el total del peso de la bóveda que se cierne sobre ellos
desplazando todo el peso -como cañerías que conducen el agua hasta el desagüe
del suelo- a los cuatro puntos de arranque de los mismos. En un sentido
literal, este sistema está basado en un equilibrio dinámico complejísimo que
fallaría si cualquiera de los sillares estuviera mal colocado o, peor aún, si
las dovelas de los arcos cruceros se desajustaran.
Para autores, como Paul Frankl,
los arcos cruceros no serían otra cosa que la manera de adornar las aristas de
unas bóvedas con irregularidades como consecuencia de tener que abovedar tramos
no cuadrados o proyectadas desde arcos a desigual altura. En
palabras de Bango Torviso, las ojivas son "cimbras monumentalizadas en piedra".
Ello justificaría que en el gótico final se construyeran bóvedas de crucería
más complejas y barrocas con nervios de diseño caprichoso alejados
completamente de cualquier utilidad arquitectónica y sí meramente decorativa.
Posiblemente entre estos dos
extremos esté la verdad. Lo que es claro es que, en conjunto, estas estructuras
liberan de casi todo el peso a los muros perimetrales, localizándolo en cuatro
puntos determinados. Esto permite desmaterializar el muro mediante grandes
vanos o ventanales con tracerías caladas en las que se encastraron hermosísimas
vidrieras coloreadas. Para reforzar los puntos de evacuación del peso se
reforzaron los contrafuertes ya usados de manera continua en el románico y,
sobre todo, se empleó el arbotante, verdadero arco de apuntalamiento que
conduce el peso soportado por las zonas de sostén definitivamente hacia el
exterior del edificio a través de un contrafuerte situado en el exterior
coronado por un pináculo. Tan complejo
sistema de esfuerzos y contrarrestos determina completamente el intrincado -y a
veces abigarrado- aspecto exterior de las catedrales góticas, repletos de
estribos, arbotantes y pináculos. No más sencillas son las fachadas
principales. La típica fachada gótica se divide en tres cuerpos horizontales y
tres secciones verticales o calles, donde se abren las tres portadas que se
corresponden con las naves interiores. Las dos torres laterales forman parte
del cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente por agujas o chapiteles.
Por último, el gran rosetón calado, además de fuente de luz y color para el
interior, supone un magnífico centro para la totalidad del conjunto.
Al gótico temprano no hay que
confundirlo con los numerosos templos franceses y del resto de Europa de la
primera mitad del siglo XII cuya planta y alzado es plenamente tardorrománico.
En ocasiones a este estilo tardío románico con bóvedas de ojivas se le ha
denominado "románico ojival" y está más relacionado con las
construcciones cistercienses que con un verdadero espíritu gótico. Sin embargo, cuando un edificio es puramente gótico, con la
intención de tener bóveda de crucería desde su origen, los soportes son
"pilares compuestos" con columnas en las caras frontales y
columnillas en las esquinas para apear los nervios. Además el edificio gótico
debe tener añadida una coherencia general basada en la altura y el cromatismo
de la luz, que no poseen los templos híbridos descriptos.
Por ello se admite que el gótico
nace en la Isla de Francia, concretamente en la girola de las iglesia abacial
de Saint-Denis, panteón real cercano a París y construida a partir de 1137,
donde las finas columnas que soportan las bóvedas de crucería sin muros
divisorios entre las diferentes capillas crean un espacio continuo y dinámico
que servirá de base para el desarrollo de esta nueva arquitectura. Tras los pasos de Saint-Denis siguió la construcción de uno
de los templos más emblemáticos y conocidos de la arquitectura medieval
europea: la catedral de Notre Dame de París -comenzada en 1163- donde se
comienza a desmaterializar el muro y a buscar grandes alturas.
Después seguirían las catedrales
de Laon y Noyon, donde se añade un cuarto piso (triforio) al tradicional
sistema de arquerías, tribuna y claristorio. Otra característica de estos
edificios góticos iniciales es el empleo de la bóveda sexpartita bastante
abombada (las claves de las ojivas están más altas que las claves de arcos
formeros y perpiaños) para asegurar mayor verticalidad a los empujes.
Gótico
clásico
Ya dentro del período clásico del
gótico, la catedral de Chartres -comenzada en 1194- vuelve al alzado de tres
pisos (arquería, triforio y claristorio, habiendo sido eliminada la tribuna,
invento románico para reforzar las bóvedas de la nave central), siendo el
superior de enormes ventanales apuntados con rosetones, tréboles cuadrifolios,
etc. Los sabios arbotantes de Chartres permiten eliminar el abombamiento de las
bóvedas con lo que las claves de todos los arcos están al mismo nivel. Este
periodo del gótico clásico culminó en la catedral de Reims (comenzada en 1210)
y que sigue el esquema general de Chartres. Con sus equilibradas proporciones,
Reims representa el momento clásico de serenidad y reposo en la evolución de
las catedrales góticas. Amiens y Beauvais suponen el último peldaño de la gran
arquitectura gótica francesa, donde la verticalidad y la luz -grandes anhelos
del gótico- alcanzan su máximo esplendor. De entrada, el muro exterior del
triforio del coro es calado por lo que también la nave es iluminada y coloreada
mediante el piso intermedio. Las arquerías se elevan mediante arcos
extremadamente apuntados y el claristorio se hace enormemente alto, comparable
a la altura del piso de arcos formeros, con lo que la altura total de la bóveda
alcanza los 50 metros en el caso de Beauvais.
Gótico
radiante
En esta fase del gótico francés,
la luz adquiere el total protagonismo ya que se desmaterializa el muro en
detrimento de la altura para colocar vidrieras profusamente, en concreto,
mediante rosetones (de aquí el nombre) o grandes vanos con tracerías caladas.
La Sainte-Chapelle de París es el mejor ejemplo de esta arquitectura.
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